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El Supremo de EE.UU. avala discriminación positiva en favor de latinos y negros

El Tribunal Supremo de EE.UU. dejó hoy en pie los criterios de discriminación positiva a favor de negros e hispanos que aplican las universidades, al fallar en contra de una joven blanca que demandó a la Universidad de Texas por no admitirla como alumna al regirse por un principio favorable a las minorías.

El Tribunal Supremo respaldó la constitucionalidad de los criterios de discriminación positiva, una medida que cobró especial importancia en Estados Unidos durante el movimiento de defensa de los derechos civiles de los afroamericanos y el fin de la segregación racial en las escuelas en la década de 1950.

Tras conocerse este fallo y otro de especial importancia sobre inmigración, el presidente Barack Obama se mostró “satisfecho” con la decisión del alto tribunal por permitir a las universidades seguir aplicando políticas favorables a las minorías.

“Estoy satisfecho de que el Tribunal Supremo haya confirmado la idea básica de que la diversidad es un valor importante en nuestra sociedad y que este país debe proporcionar una educación de alta calidad a todos nuestros jóvenes independientemente de su origen”, subrayó.

“No somos un país que garantiza la igualdad de resultados, pero sí nos esforzamos en ofrecer las mismas oportunidades a todo el mundo y eso es lo que se confirmó hoy”, añadió.

La decisión se tomó con cuatro votos a favor, tres en contra y la abstención de la magistrada progresista Sonia Sotomayor, la primera latina del Tribunal Supremo, que se excusó del caso porque formó parte del litigio en etapas anteriores.

Esta es la segunda vez que el alto tribunal evalúa el caso de Abigail Noel Fisher, una joven blanca que demandó en 2008 a la Universidad de Texas por no admitirla como alumna al aplicar criterios que dan prioridad a los jóvenes pertenecientes a minorías.

“Había gente en mi clase con calificaciones más bajas que no estaban en todas las actividades que yo estaba y que fueron aceptados en la Universidad de Texas. La única diferencia entre nosotros era el color de piel”, se quejó Fisher en 2013, cuando la corte estudió por primera vez su caso.

En ese momento, el Tribunal Supremo decidió no pronunciarse sobre la constitucionalidad de los criterios de discriminación positiva en el acceso a las universidades y, en su lugar, remitió el caso a un tribunal inferior.

Fisher no figuraba entre el 10 % de los alumnos con mejores calificaciones de cada instituto de secundaria a los que la Universidad de Texas garantiza el acceso directo y tuvo que intentar acceder mediante otro programa que evalúa capacidades de liderazgo y tiene en cuenta aspectos como la raza.

Ese último criterio de la Universidad de Texas es el que estudió la máxima instancia judicial de EE.UU.
“Una universidad es en gran parte definida por cualidades intangibles, que no pueden medirse de manera objetiva, pero que forman parte de su grandeza”, subrayó el juez Anthony Kennedy.

“Una consideración especial merece una universidad que está definida por características intangibles, como la diversidad de su cuerpo estudiantil que es fundamental para su identidad y su misión educativa”, añadió.

De haber fallado a favor de Fisher, el Tribunal Supremo podría haber prohibido a las instituciones educativas aplicar criterios de discriminación positiva, lo que habría supuesto un golpe importante para las minorías negra e hispana.

La decisión produjo importantes reacciones en el Congreso y aspirantes a la Presidencia, como la virtual nominada demócrata, Hillary Clinton, quien consideró que el fallo es “una victoria para todos los estadounidenses”.

“Necesitamos garantizar que las puertas a la educación superior están abiertas no solo para algunos, sino para todos y que estamos dando a los estudiantes las mismas oportunidades para tener éxito y crecer. La decisión del Supremo afirma una verdad básica de nuestro país: somos más fuerte juntos”, consideró Clinton.

Este caso sobre discriminación positiva había despertado especial expectación en las comunidades hispana, asiática y sobre todo la afroamericana, que en los últimos meses se ha organizado bajo un movimiento a nivel nacional llamado “Black Lives Matter” (“Las vidas negras importan”).

Este movimiento nació tras la muerte de varios ciudadanos negros a manos de policías blancos, como Michael Brown en Ferguson (Misuri), y reclama el fin de la violencia policial.
Las universidades también se han convertido en uno de los lugares de protesta del movimiento, que tenía puesta la vista en el Tribunal Supremo.

El alto tribunal se convirtió en un actor clave en la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos con decisiones como la de 1954, cuando prohibió la segregación racial en las escuelas, o la de 1956, cuando consideró ilegal la separación por razas en los autobuses.